Dos dinamismos siguen en marcha: el primero, que Yahveh continuó manifestándose; el segundo, que los hijos de Elí persistían en su mala conducta. Sin duda no es fácil sostenerse en este llamado, pero el relator nos aclara que Yahveh estaba con Samuel, y no dejó caer ninguna de sus palabras. También nos dice que se revelaba a Samuel la palabra de Yahveh y que la palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Es decir, ¿qué hubiera sido de Israel si este niño, que crecía, y se convertiría en hombre, no seguía en diálogo permanente con la palabra de Yahveh y estaba atento a sus indicaciones?
Cuando el lector del Antiguo Testamento, se encuentra con este relato de vocación, ya sea en la antigüedad, ya sea hoy, no puede dejar de ver que estas dos dinámicas se repiten a lo largo de la historia: Dios sigue llamando insistentemente entre nosotros, en la intimidad, proponiendo un diálogo, comprometiendo su asistencia, hombres y mujeres “para realizar una misión.” que refiera a los hombre a Dios; a la vez que se perpetúa el actuar de aquellos que se buscan a sí mismo y lo hacen en nombre de Dios, haciendo mucho daño a su alrededor.
Conclusión
Hacer este trabajo me dejó inquieto. La conclusión no resultó tan grata. Hacia el final del texto elegido me encontré con que estaba diciendo muchas más cosas de las que en un principio pensé iba a decir. Y me quedó a lo largo de varios días la pregunta de si fue encontrarme con la palabra de Dios la que me llevó a esto o se trata más bien de una necesidad de expresar los propios sentimientos.
Ciertamente que la palabra de Yahveh sea rara en nuestros tiempos va generando un vacío en la propia vida, en las estructuras, en las instituciones nacidas inspiradas en ella. Pero gracias a Dios, y a su insistencia seguimos siendo merecedores de "pequeños Samueles " (permítaseme la expresión), que crecen en medio nuestro y nos hacen presente la palabra de Dios.
año 2006