De esta parte del relato se desprenden las siguientes apreciaciones acerca de los distintos personajes. Evidentemente Dios quiere comunicar algo a Samuel y no cesará de intentar ser escuchado atentamente por él. De Samuel, nos queda una imagen siempre intacta de quien más allá de ser llamado reiterada e insistentemente responde con la misma prontitud cada vez. De Elí, que a pesar de demorarse en comprender “da luz sobre lo que ocurre” y sugiere una respuesta adecuada.
El autor nos propone un juego, y nos invita a participar activamente del relato, generándonos un movimiento: a decir nosotros mismos las palabras de Elí. ¿No te dás cuenta Samuel que es Dios el que te habla? Y una vez más, como siempre, percibimos más fácil que Dios tiene que decirle algo a los otros y con dificultad lo que a nosotros nos quiere decir.
En cuanto a la figura de Elí, parece poco atento a lo que sucede, muy centrado en su querer descansar “...vuélvete a acostar”. Ya anteriormente el autor nos lo había presentado “distraído”, equivocando lo que veía frente a sus ojos, “confundiendo” el dolor de Ana, la madre de Samuel, con ebriedad. Este detalle de Elí me hace pensar en el enfriamiento del propio corazón y la falta de reflejo ante lo que Dios va suscitando cerca nuestro: en lo personal, es como haberme acomodado a mirar las cosas de una determinada manera y ver “ebriedad” (atribuir culpa, responsabilidad) en el “dolor” de la gente. Y también como Elí, siento un no poder percibir, entender, porque no estoy en la misma sintonía, la manifestación de Dios a los jóvenes llamados por él. Y si lo hago, pienso tanto en la “crisis” y los problemas inherentes a nuestra vida que callo la propuesta. ¿No será que como Elí mis ojos se van debilitando y ya no puedo ver (v.2)? La altura de la noche que transitamos hace su efecto.
Pero volvamos a Samuel. Dada su atención que le permite oír, y su constancia a acudir con prontitud a cada llamada; y dada la insistencia de Dios, es que finalmente se presentan las condiciones para que se dé el encuentro. No descartamos la mediación de Elí, pues aún con las limitaciones que presentamos en él, supo orientar al niño. Es este un pedagógico y progresivo encuentro con la “revelación” de la palabra de Yahveh. Encuentro y elección que se está gestando desde la misma concepción de Samuel, incluso antes en la súplica de su madre. Leyendo mi propio llamado vocacional también puedo decir cómo Dios se ha ido revelando progresivamente, como al niño Samuel, como al pueblo errante en el desierto hacia el Sinaí, preparando un “encuentro” que selle una Alianza.
año 2006
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