domingo, 15 de agosto de 2010

El sentido de pertenencia

Hoy la reflexión me lleva al sentido de pertenecia. Así como algunos hinchas de fútbol esconden sus camisetas y banderas en tiempos de crisis, así también muchas veces me quiero desmarcar de ser identificado como pertenenciente a "cierta" visibilidad de la Iglesia. Por momentos me siento ancho cuendo veo el testimonio de miembros de la Iglesia y la Congregación de quienes estoy realmente orgulloso y que son modelos para mi, tanto personal como comunitariamente. Generalmente los testimonios alentadores no son de kamikases, sino de experiencias de comunidades. Pero para nada me representan ciertos discursos y prácticas dificultando en mí el sentido de pertenencia. Puede resultar incoherente lo que digo, pero no entiendo que el principio de no contradicción defina a la Iglesia. Como escuché decir al obispo Piña, unidad no es uniformidad, y agrego, ser parte de la Iglesia nada tiene que ver con arrancarse la cabeza y el corazón, dejar de lado el pensamiento, los afectos y dejar de dialogar con la realidad. Precisamente está en el reconocimiento de nuestra fragilidad, de nuestro aproximarnos a nuestro sentido de búsqueda, nuestra mayor riqueza y autenticidad como Iglesia discípula de Cristo en el mundo de hoy. Quiero ser poco amigo de esa Iglesia poderosa, que se para del lado del discurso de la Verdad, pretendiendo considerarse su dueña, portadora o comunicadora de la misma. Precisamente quienes más así se posicionan, corren el riesgo de aplastar a los pequeños y sofocar los pequeños brotes nacientes. Tu verdad me hace sombra y me tapa el sol, fuente de vida.
¿Esto significa que estoy por fuera? No, y tampoco lo siento así, aunque determinados discursos insistan en la uniformidad, en no salirse de los límites de cierta ortodoxia, siempre creí y me enseñaron que la Iglesia se construye desde las bases, desde lo pequeño. Jesús empezó con su pequeña experiencia de comunidad, las primeras comunidades cristianas hicieron la suya, Don Bosco en Valdocco. También en mis experiencias pastorales siento que juntos vamos haciendo experiencia de comunidad creyente, desafiada e invitada por la palabra de Dios. Y allí somos Iglesia y Congregación, aún cuando poco se parezca a los altisonantes discursos más notorios de éstas. Resuena en mí el evangelio de la cananea: (Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30) aprender a ser una Iglesia y Congregación que se ubica desde los extremos, donde la extranjeridad, y desde allí saber gritarle a Jesús por los endemoniados atormentados; como la cananea. Saber ser una Iglesia que escucha a quienes desde allí gritan, como los discípulos escuchaban. Aprender a ser una Iglesia, que al igual que Jesús en este pasaje del evangelio, necesita reveer permanentemente sus criterios para dar lugar a los más necesitados.

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