sábado, 14 de agosto de 2010

Apóstoles de quién

Tal vez haya en todo esto un error fundamental: el de considerar la opción por la  vida salesiana consagrada una decisión e iniciativa personal. ¿Dónde queda que la vocación es una iniciativa de Dios,un llamado? Sí, está bien que haya un período de discernimiento, de idoneidad de la persona al llamado, de permanente revisión de las motivaciones, aptitudes y cuantos medios contribuyan a una elección madura. Pero no se trata de un simple proceso de selección de personal. Hay un llamado, un descubrimiento de ese llamado, un planteo radical de lo que implica ese llamado y una desición de seguirlo de cerca. A su vez ese llamado nos llega a través de Apóstoles, es decir, enviados, aquellos que permitieron que la Palabra de Dios y el anuncio del Reino llegara a nosotros. Entonces ¿por qué este temor a una invitación explícita a la propuesta vocacional? ¿Es que creimos que era una invitación a ser como nosotros, que creimos que el sacrificio y la entrega es tan absoluta, exigente y radical que sólo nosotros estamos en condiciones de hacerla? ¿Es que creemos habernos metido en un baile del cual no sabemos como salirnos?¿Es que nos creimos nuestra super-condición supra-humana? ¿Es que nos duele el orgullo de nuestras incoherencias, ante las cuales no estamos dispuestos a implicar a otros cuyas cualidades y actitudes son tan nobles que no quisieramos  dañar? Al final, tal vez no somos ni fuimos apóstoles de nadie sino tal vez de nosotros mismos. Sin querer nos quedamos en el centro y desplazamos a Jesús y su llamado.

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