martes, 31 de agosto de 2010

Es este acompañar lo que me hace feliz.

Nada de lo que vivo no lo siento, pero es verdad que mi vida está poblada de fuertes momentos, intensos, que les ha tocado vivir a otros, y allí estoy como testigo, compañero, amigo. Se trata de momentos felices y de grandes sufrimientos también. Y allí estoy. Y siento esa felicidad como propia y ese dolor como propio, pero sé que no soy yo quien los vive en modo directo. ¿Y mi felicidad? ¿Y mi sufrimiento? ¿Es que es más fácil ubicarse allí al costado de la escena que protagonizar la propia? ¿Es que me cuesta distinguir qué es lo mio, propio, lo que verdaderamente me hace reir y llorar?
Con el tiempo voy tomando mayor conciencia que es este acompañar lo que me hace feliz, y es allí mismo donde felicidad y sufrimiento se dan la mano. Con el tiempo también, que es imposible asumir esto sin una profunda experiencia de encuentro con mis sentimientos, mis preguntas, lo que a mi me pasa. Muchas veces lo escuché, y reconozco como una tentación posible, el riesgo de vivir colgado de las experiencias de otros. Veo sus riesgos y en quienes lo hacen las consecuencias de unos y otros. Ubicarme en la historia, mi propia historia, reconocerla, asumirla, encarnarla finalmente y dentro de lo que uno tiene a su alcance, darle el sentido hacia el cual se siente llamado a vivirla.  
Marzo de 2010

sábado, 21 de agosto de 2010

FÓRMULA DE CONSAGRACIÓN

Dios Padre
Vos me consagraste desde el día de mi bautismo
Y me llamaste por medio de tu hijo Jesús a seguirte más de cerca.
Conducido por el Espíritu Santo
Que es luz, consuelo y fuerza
Yo te entrego todo mi ser,
Sí “todo”,
Maravilloso reflejo fiel de tu creación a imagen Tuya,
Con la carga de humanidad patente
Donde se despliega el misterio de la encarnación.
Haciendo de esta vida un abrazo de tu amor a los jóvenes,
Abrazo contenedor y constituyente,
Confirmatorio y reparador,
Gratuito y de descanso,
Desprejuiciado y enamorado,
Que desarma armaduras,
Que barre distancias,
En el que nos reconocemos necesitados y necesarios.

Octubre de 2008

Castidad

Te amo con todo, desde mi castidad posible, no la ideal. No la que prohibe o limita, no la del dominio, sí la que deja entreveer la profunda necesidad de plenitud e intimidad de vínculos profundos que me abran al amor. Desde esta experiencia de castidad es que vuelvo a hacer profesión de mi ser signo y portador de tu amor para los jóvenes.
Desde mis intensas experiencias al acompañar a tantos
(acá van los nombres de muchos de ustedes);
de ser acompañado por tantos
(acá van los nombres de cuantos de ustedes siempre están más allá de las posibilidades materiales o cercanía física);
de acompañarnos entre nosotros
(acá van los nombres de mis hermanos de comunidad actualmente presentes y también de quienes no están más en la Congregación).  
Octubre de 2008

Nombrar quién soy. ¿Qué es ser salesiano en mi propia existencia, en mi propio yo soy?

Soy Agustín. Atravezado por preguntas que me cuestionan la opción más radical de mi vida. Preguntas a las que le dí lugar en el momento de iniciar un camino de mayor autoconocimiento y encuentro con mi persona, preguntas que de todos modos se hacen evidentes en el florecimiento de sentimientos de incompletud. La vida salesiana va mostrando las espinas que la belleza de las rosas escondía. Uno de repente se encuentra con qué no es ese salesiano ideal que alguna vez proyectó ser, y sin embargo no se resigna a no seguir siéndo generoso y sincero en su vida, más allá de sus fallas personales, egoismo y poca audacia. Sólo me guia una intuición, la de no renunciar a mira a fondo mi vida, mis sentimientos, lo que me pasa. Asumir el proceso de encarnación que el mismo Dios nos reveló. Es el único modo en que aprendo a ser salesiano día a día y el modo en que me permito atender y escuchar la vida de los jóvenes. 

Octubre de 2008

reglas de discernimiento

-Poder expresar todo, sin guardarme nada.
-Comunicarlo, no basta con ir mascuyando uno sólo.
-No clausurar las preguntas.
-Rezar.
-Leer la Palabra de Dios.
-Revisar la propia historia.
-Reparar en los gestos, frases, hechos vividos con los pibes y la gente.
-Atender a los sentimientos, el corazón, el cuerpo, la salud.
-Juzgarse y juzgar benévolamente.
-Confiarse a la gracia de Dios.

Octubre de 2008

POBREZA

Ser Salesiano hoy con 30 años es serlo desde la pobreza.

Es decir, sin la fortaleza de mis ideales y la fuerza de mis 20 años

y con la realidad que se manifiesta pobre sin montajes para escenas.

Se va notando más claramente que soy yo el amado

y no tanto el que ama,

Que sos vos quien me sostiene y no yo quien me sostengo.

No se perdió nada,

Tan sólo que va quedando el actor de carne y hueso

Detrás de las luces y el "corten".

Pobreza,

sentirme necesitado de todo

Y a la vez reconociendo un “ahí” imposible de llenar con nada,

tan sólo tu amor.

Ni la actividad más desenfrenada,

Satisfactoria o desgastante,

Ni las tribulaciones del contexto,

Nada suple esta necesidad de encontrar sólo en vos mi tesoro.


Octubre de 2008

jueves, 19 de agosto de 2010

Eficacia

No sé si en mi acción pastoral soy eficiente o no. Ciertamente no me caracterizo ni por un trabajo alocado con mil frentes, ni frenético, ni con muchos destinatarios. A su vez cada vez más siento que voy de a poco: de a pocas historias, de a modestas concreciones. a veces me persigo por el fantasma del hacer y de la eficacia, pero me consuela el seguir sintiendo mucho amor por lo que hago, por aquellos con quienes me toca compartir la vida.
Te pido Señor no dejar nunca de sentir y experimentar esto, que se trata por sobre todas las cosas de amor. Y sin dudas no se trata de cuánto amor doy yo, sino de cómo has ido preparando mi vida de tal modo que ella se convierte en un don de tu gracia para los demás, a la vez que lo es también para mi. ¡También a vos te amo Señor mío!

La semilla (Mateo 13, 24-30)

Me asusta la cizaña. ¡Quién pudiera arrancarla de modo definitivo y verse librado de ella! Pero el dueño de campo sabe de esta realidad y permite que crezca junto con el trigo. En alguna época más fundamentalista de mi vida (que pudo haber sido en el pasado, puede serlo en el presente respecto de algunos temas, y podrá serlo en el futuro y siempre en determinados aspectos), creía que los cristianos éramos el trigo y el munod la cizaña. Hoy cada vez que oigo esta palabra reconozco que conviven en mí ambas realidades, trigo y cizaña. De allí donde se nutre lo ejor de nosotros mismos también surge lo peor. Por eso es importante no descuidar el campo, como así también amar los lados flacos de nuestra existencia.

domingo, 15 de agosto de 2010

El sentido de pertenencia

Hoy la reflexión me lleva al sentido de pertenecia. Así como algunos hinchas de fútbol esconden sus camisetas y banderas en tiempos de crisis, así también muchas veces me quiero desmarcar de ser identificado como pertenenciente a "cierta" visibilidad de la Iglesia. Por momentos me siento ancho cuendo veo el testimonio de miembros de la Iglesia y la Congregación de quienes estoy realmente orgulloso y que son modelos para mi, tanto personal como comunitariamente. Generalmente los testimonios alentadores no son de kamikases, sino de experiencias de comunidades. Pero para nada me representan ciertos discursos y prácticas dificultando en mí el sentido de pertenencia. Puede resultar incoherente lo que digo, pero no entiendo que el principio de no contradicción defina a la Iglesia. Como escuché decir al obispo Piña, unidad no es uniformidad, y agrego, ser parte de la Iglesia nada tiene que ver con arrancarse la cabeza y el corazón, dejar de lado el pensamiento, los afectos y dejar de dialogar con la realidad. Precisamente está en el reconocimiento de nuestra fragilidad, de nuestro aproximarnos a nuestro sentido de búsqueda, nuestra mayor riqueza y autenticidad como Iglesia discípula de Cristo en el mundo de hoy. Quiero ser poco amigo de esa Iglesia poderosa, que se para del lado del discurso de la Verdad, pretendiendo considerarse su dueña, portadora o comunicadora de la misma. Precisamente quienes más así se posicionan, corren el riesgo de aplastar a los pequeños y sofocar los pequeños brotes nacientes. Tu verdad me hace sombra y me tapa el sol, fuente de vida.
¿Esto significa que estoy por fuera? No, y tampoco lo siento así, aunque determinados discursos insistan en la uniformidad, en no salirse de los límites de cierta ortodoxia, siempre creí y me enseñaron que la Iglesia se construye desde las bases, desde lo pequeño. Jesús empezó con su pequeña experiencia de comunidad, las primeras comunidades cristianas hicieron la suya, Don Bosco en Valdocco. También en mis experiencias pastorales siento que juntos vamos haciendo experiencia de comunidad creyente, desafiada e invitada por la palabra de Dios. Y allí somos Iglesia y Congregación, aún cuando poco se parezca a los altisonantes discursos más notorios de éstas. Resuena en mí el evangelio de la cananea: (Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30) aprender a ser una Iglesia y Congregación que se ubica desde los extremos, donde la extranjeridad, y desde allí saber gritarle a Jesús por los endemoniados atormentados; como la cananea. Saber ser una Iglesia que escucha a quienes desde allí gritan, como los discípulos escuchaban. Aprender a ser una Iglesia, que al igual que Jesús en este pasaje del evangelio, necesita reveer permanentemente sus criterios para dar lugar a los más necesitados.

¡Feliz Cumple Don Bosco!

Letra de Don Bosco 88 

Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.
Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.
Los jóvenes siempre han buscado
un amigo que los quiera amar
Don Bosco en ti ha encontrado
el cariño y la alegría de Dios.

Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.

Con Don Bosco ser salesiano
es un reto que queremos vivir
nueva voz que nos grita adelante
demos fuerza a este gran corazón.
Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.
Juventud vamos todos unidos
que maría la maestra será
hazte humilde fuerte y robusto
y podremos con el caminar.
 
Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.
Juventud hoy comienza la fiesta
por que un sueño se volvió realidad
juventud salta y salta de gozo
y regala al mundo santidad.
Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.
Un corazón tan grande como las arenas del mar
aunque han pasado los años no ha dejado de amar.

Fuente: http://www.musica.com/letras.asp?letra=1810735

sábado, 14 de agosto de 2010

"Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro."
Mamerto Menapace

Acerca de la felicidad

Animar a otros a seguir la vocación salesiana a la vida consagrada es hacerme la pregunta acerca de la propia felicidad. ¿Soy feliz?
Abiertamente la vida religiosa conlleva una serie de renuncias en las cuales, si se pone el acento, podría radicarse una fuente de insatisfacciones permanentes por principio. Si estas renuncias llegasen a instalarse en el centro de lo que considero mi mayor o menor felicidad podría caer en una encerrona trágica. ¿Sé puede ser feliz cuando  la soledad de no sentir una pareja a nuestro lado se hace manifiesta? ¿O si nuestra curiosidad o pulsión sexual es trunca o insatisfecha? ¿Se puede ser feliz en medio de privaciones o cuando aquello que amamos tanto es dejado atrás en un nuevo destino?
Centrar la mirada aquí me lleva a una única respuesta: ¡No!
Pero es vano asustarse ante la respuesta, pues la que merece ser cuestionada es la pregunta. ¿Está contenida allí la felicidad? Es decir, en procurarme un ejercicio de la autonomía, de la sexualidad libre y responsable, del tener asegurado el sustento y un buen pasar (déjenme plantearlo así aunque sea un juego literario, pero es obvio que ésta es una mirada un tanto reducida de las renuncias propias de la consagración religiosa). Por tanto y volviendo al principio, ¿qué significa contestar el Soy Feliz?
A lo largo de mis años como salesiano podría decir que existieron y existen determinadas experiencias cuya raiz presentan un profundo dolor (enfermedad, muerte, soledad). Inicialmente huía como podía de toda experiencia así. Creia que mi ser salesiano llevaba consigo la invitación al "rostro sonriente y el corazón en mano", excluyendo la posibilidad de que el dolor se encuentre con la sonrisa...
Hoy encuentro que mi mayor felicidad como salesiano es y ha sido que el Señor me concediera poder acompañar a muchos jóvenes en situaciones de dolor. Lejos de pensar en una satisfacción masoquista, pues sabe Dios cuánto dolor y sufrimiento personal se juegan allí, aún cuando mi dolor no es el mismo de quien verdaderamente tiene que llevarlo. Son estas experiencias las que tiraron por la borda todos los recursos de simpatía, dominio de la situación, comprensión de lo que hacer o decir, y por tanto fueron y son las experiencias que expresamente me revelaron como apóstol de los jóvenes. La experiencia no termina allí, al borde de la tumba por así decir, sino en el camino de la noche hacia el  sepulcro abierto al encuentro de Jesús Resucitado.

Apóstoles de quién

Tal vez haya en todo esto un error fundamental: el de considerar la opción por la  vida salesiana consagrada una decisión e iniciativa personal. ¿Dónde queda que la vocación es una iniciativa de Dios,un llamado? Sí, está bien que haya un período de discernimiento, de idoneidad de la persona al llamado, de permanente revisión de las motivaciones, aptitudes y cuantos medios contribuyan a una elección madura. Pero no se trata de un simple proceso de selección de personal. Hay un llamado, un descubrimiento de ese llamado, un planteo radical de lo que implica ese llamado y una desición de seguirlo de cerca. A su vez ese llamado nos llega a través de Apóstoles, es decir, enviados, aquellos que permitieron que la Palabra de Dios y el anuncio del Reino llegara a nosotros. Entonces ¿por qué este temor a una invitación explícita a la propuesta vocacional? ¿Es que creimos que era una invitación a ser como nosotros, que creimos que el sacrificio y la entrega es tan absoluta, exigente y radical que sólo nosotros estamos en condiciones de hacerla? ¿Es que creemos habernos metido en un baile del cual no sabemos como salirnos?¿Es que nos creimos nuestra super-condición supra-humana? ¿Es que nos duele el orgullo de nuestras incoherencias, ante las cuales no estamos dispuestos a implicar a otros cuyas cualidades y actitudes son tan nobles que no quisieramos  dañar? Al final, tal vez no somos ni fuimos apóstoles de nadie sino tal vez de nosotros mismos. Sin querer nos quedamos en el centro y desplazamos a Jesús y su llamado.

jueves, 12 de agosto de 2010

Consejo de Melita

Cierta vez un salesiano mayor me dijo que le hablara de la vocación a los jóvenes y me dejó profundamente cuestionado. ¿Por qué no hago la invitación a vivir la vida salesiana consagrada?¿Por qué si bien veo "buena tela" en muchos jóvenes dejo que surja espontáneamente la inquietud? En definitiva: ¿a qué se debe ésta actitud y este sentimiento que comparto generacionalmente y epocalmente con muchos de mis hermanos salesianos?

La respuesta más sencilla y menos comprometedora es la que dice que la vocación no debe ser sólo entendida a la vida consagrada, y qué sin duda son muchos los jóvenes que se comprometen con el carisma salesiano. Ciertamente que sí, es correcto y alentador pensar de este modo. Pero cierto énfasis en algunos conceptos nos tiene que poner en cuestión aquello no-dicho en lo que decimos, aquello que queda velado en lo que enunciamos y cuya respuesta  nos compromete más. Creo que asumir ese otro costado nos confronta, o al menos a mi me confronta, con la experiencia flagrante del "sufrimiento". Sí, del sufrimiento ante amargas "desilusiones" y "desencantos" que hemos atravezado en nuestra vida consagrada: proyectos truncos, enfrentamientos por posiciones diversas, abandonos. Y sin dudas, lo que ata todo esto de modo más sostenido, es nuestra propia experiencia de muchas desilusiones y desencantos con nuestra propia consagración, aquello que no somos, el ideal que nunca alcanzamos, la también patente manifestación de nuestra humanidad plena que se lleva de los pelos con determinados discursos acerca de nosotros mismos y de lo que somos, que aún siguen vigentes, y que aunque hayan sido develados, puestos de manifiesto y bajo revision, siguen operando en nosotros de modo tal que se nos hace dificil amar nuestra realidad tal como es. Y no hablo de amarla misericordiosamente, como humanidad caida, limitada, que sería algo más de ese mismo discurso que no se termina de ir. Sino de amarla como aquello que es, que somos. Lo otro no existe sino más que para torturarnos.

Algo de estas dos realidades - el concepto amplio de vocación  y el sufrimiento  - confluyen en una no proposición explícita a la vida consagrada. Es paradójico que una determinación aparentemente negativa esté enmarcada de valores todos ellos positivos: "apertura", "evitar el sufrimiento a otros"... pero insisto, acá hay una solución de compromiso que no dá con el asunto de fondo: ¿acaso encontrar una posición a todo esto no nos hace no sólo preguntarnos qué nos pasa , sino también - y es lo que evitamos-  buscar darle una respueta personal? Esbozar esta respuesta, creo, es lo que podrá al fin abrir paso a lo que sigue.